Aún entre los seres humanos la cosa no es tan simple. Un fanático religioso hindú, un granjero, un chef, un militante de Greenpeace y un zoólogo no ven exactamente lo mismo cuando ven una vaca. Como podemos suponer que todos ellos saben hablar, sí tenemos un principio de solución. Pero no es una solución simple. Cada uno de ellos puede explicar qué es lo que ve, puede decir "la veo como un animal sagrado, como un alimento, como un mamífero, etc.". Pero la vaca es una y la misma a través (y a pesar de) todas estas descripciones o explicaciones de qué es lo que vemos cuando vemos una vaca. ¿Cuál de todas estas descripciones describe a la vaca tal cual es, es decir, la verdadera, auténtica y original vaca?. Parece haber tres respuestas posibles, más bien, tres tipos de respuestas: 1) una, 2) ninguna o, 3) todas.
Una respuesta del primer tipo, de corte platónico, podría decir algo así: las vacas particulares, por ejemplo la vaca de la que venimos hablando, son todas casos o ejemplos o instancias de una vaca ideal. La vaca ideal reúne en sí todas las características necesarias y suficientes para que algo sea una vaca. La vaca ideal no tiene un color determinado, sino una gama colores y estampados apropiados para las vacas. Tampoco es grande ni chica, ni da mucha ni poca leche, ni muge mucho ni poco. La vaca ideal no se pierde en detalles. La vaca ideal contiene las condiciones exactas para ser vaca. Si llamáramos "vaquidad" a esta vaca ideal, podríamos decir que cualquier cosa que tenga vaquidad es, automáticamente, una vaca. Otra respuesta de este tipo, mucho más fantasiosa pero no menos interesante, diría que cada vaca individual es un pensamiento de la divinidad. Una idea, sin dudas, muy provocadora. Imagínense que toda la naturaleza es la materia de un Dios pensante y que todo lo que existe, incluidos nosotros y las vacas, somos el producto de su pensamiento, o de su imaginación, o de sus sueños...
El segundo tipo de respuesta implica que la vaca, la verdadera vaca, la vaca en sí, es incognoscible, es un misterio que va más allá de nuestras capacidades. Cada vez que vemos una vaca la vemos bajo un aspecto, o bajo una descripción. Sólo podemos acceder a las vacas desde un determinado punto de vista, desde determinado ángulo, pero nunca podemos ver a la vaca con independencia de nuestro punto de vista. ¿Qué eran las vacas antes de que existieran los seres humanos?. ¿Qué eran las vacas antes de que pudiéramos describirlas de tan diferentes maneras?. "Eran vacas", podemos decir. Pero, otra vez, ¿qué queremos decir cuando decimos que "eran vacas"?. Y allí aparecen de nuevo las diferentes respuestas. Si la humanidad desapareciera de repente, ¿qué sería de las vacas?.
El tercer tipo de respuesta es muy tentadora. La vaca sería algo así como un resumen de lo que todas las personas piensan que es una vaca. Tenemos aquí un problema con la coherencia y con la unidad. No entendemos nada que sea contradictorio: el agua deshidratada y la crema descremada no existen. Si las vacas son sólo las ideas que tenemos sobre ellas, entonces, al haber muchas ideas diferentes de vaca, siempre que dos personas ven una vaca estarían viendo dos cosas diferentes y no una.
Ahora volvamos un poco al principio. ¿Qué vemos cada uno de nosotros cuando nos miramos nosotros mismos al espejo?...
Carlos Alberto Garay
4 comentarios:
Pri!!! Sí, definitivamente te volviste postmoderno...
Tan acorde...
Cerca del dos mil seis había leído el texto de ese profesor suyo y me había encantado.
Aún no descubrí que veo cuando me veo al espejo, supongo que al final del camino lo descubriré.
Que sigas bien G!
el pandita
de abajo
es relindo
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